Sentiste un dolor desconocido en el pecho y sólo querías sentarte a descansar. De camino al hospital dejaste un reguero de caras de preocupación y un rastro enorme de incertidumbre. Allí, sobre aquella lejana camilla, escuchaste a los médicos luchar por restablecer el cauce de tu vida. Sentiste la presión de unas manos que resucitaron tu pulso. Y celebraste con un suspiro el reencuentro de tu sangre al final de aquel atasco maldito. Hoy te recuperas rodeado de máquinas, pantallas y cables, matando tú al tiempo con un sudoku. Flotando, con cara de satisfecho, en el mar de lágrimas que creó la cruel mentira de que te ibas.En una época donde triunfa lo audiovisual y el tiempo es un bien escaso, los microrrelatos actualizan la tradición del cuento y ofrecen grandes historias en sólo unos segundos de lectura. En estos tiempos de escasez de tiempo, algunos optamos por la brevedad como forma de expresión, aunque las palabras justas de las historias breves requieran amor desmedido por la concisión.
30 marzo 2007
Mio cardio
Sentiste un dolor desconocido en el pecho y sólo querías sentarte a descansar. De camino al hospital dejaste un reguero de caras de preocupación y un rastro enorme de incertidumbre. Allí, sobre aquella lejana camilla, escuchaste a los médicos luchar por restablecer el cauce de tu vida. Sentiste la presión de unas manos que resucitaron tu pulso. Y celebraste con un suspiro el reencuentro de tu sangre al final de aquel atasco maldito. Hoy te recuperas rodeado de máquinas, pantallas y cables, matando tú al tiempo con un sudoku. Flotando, con cara de satisfecho, en el mar de lágrimas que creó la cruel mentira de que te ibas.
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