Esta noche he crecido 25 centímetros de golpe. Mi piel ha cambiado de color, brilla y se ha cubierto en parte de plumas. Mi pelo se ha encrespado y coloreado como la cola de un pavo real. Mis ojos crecen, destacan en un marco oscuro y pasan en un suspiro del marrón al amarillo. Han cambiado tanto que ya no parecen mis ojos. La boca, que también ha crecido en grosor y volumen, encierra unos dientes repentinamente blancos y brillantes. Mis uñas, ahora convertidas en algo parecido a unas garras, tienen tonos púrpura con matices negro obsidiana. Cualquiera diría que ahora soy un monstruo, si no fuera por el tanga y las plataformas rosadas.En una época donde triunfa lo audiovisual y el tiempo es un bien escaso, los microrrelatos actualizan la tradición del cuento y ofrecen grandes historias en sólo unos segundos de lectura. En estos tiempos de escasez de tiempo, algunos optamos por la brevedad como forma de expresión, aunque las palabras justas de las historias breves requieran amor desmedido por la concisión.
28 junio 2007
Metamorfosis
Esta noche he crecido 25 centímetros de golpe. Mi piel ha cambiado de color, brilla y se ha cubierto en parte de plumas. Mi pelo se ha encrespado y coloreado como la cola de un pavo real. Mis ojos crecen, destacan en un marco oscuro y pasan en un suspiro del marrón al amarillo. Han cambiado tanto que ya no parecen mis ojos. La boca, que también ha crecido en grosor y volumen, encierra unos dientes repentinamente blancos y brillantes. Mis uñas, ahora convertidas en algo parecido a unas garras, tienen tonos púrpura con matices negro obsidiana. Cualquiera diría que ahora soy un monstruo, si no fuera por el tanga y las plataformas rosadas.
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