Las hojas de libro se mecen ardientes en el aire. Mientras vuelan, las letras de cada página se funden a negro antes de desintegrarse para todos, para siempre. El baile de papeles blan cos, fuego y ceniza se eleva apenas unos metros, difunde su olor y cubre el suelo con frases mutiladas. Las palabras supervivientes se reparten por la calle huérfanas de sentido. Así ardían los libros en la hoguera del dogmatismo y la fe sin tolerancia. Así arden, y así vuelan ahora, los libros tras las bombas de los nuevos inquisidores.En una época donde triunfa lo audiovisual y el tiempo es un bien escaso, los microrrelatos actualizan la tradición del cuento y ofrecen grandes historias en sólo unos segundos de lectura. En estos tiempos de escasez de tiempo, algunos optamos por la brevedad como forma de expresión, aunque las palabras justas de las historias breves requieran amor desmedido por la concisión.
07 noviembre 2007
Libros ardientes
Las hojas de libro se mecen ardientes en el aire. Mientras vuelan, las letras de cada página se funden a negro antes de desintegrarse para todos, para siempre. El baile de papeles blan cos, fuego y ceniza se eleva apenas unos metros, difunde su olor y cubre el suelo con frases mutiladas. Las palabras supervivientes se reparten por la calle huérfanas de sentido. Así ardían los libros en la hoguera del dogmatismo y la fe sin tolerancia. Así arden, y así vuelan ahora, los libros tras las bombas de los nuevos inquisidores.
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