En su castillo, don Leandro recibe a lo más granado de la sociedad. Allí organiza recepciones, fiestas y copiosas comidas a las que acuden marqueses, duques, duquesas, nobles y gentes de alta alcurnia. Los salones y las torres se llenan habitualmente de personajes engalanados, carcajadas e intrigas. Don Leandro disfruta a ratos de esa vida rica en detalles y talles, pero cuando quiere paz, tranquilidad y sosiego, busca un poco de verdad en las mazmorras.En una época donde triunfa lo audiovisual y el tiempo es un bien escaso, los microrrelatos actualizan la tradición del cuento y ofrecen grandes historias en sólo unos segundos de lectura. En estos tiempos de escasez de tiempo, algunos optamos por la brevedad como forma de expresión, aunque las palabras justas de las historias breves requieran amor desmedido por la concisión.
20 enero 2012
Desencastillado
En su castillo, don Leandro recibe a lo más granado de la sociedad. Allí organiza recepciones, fiestas y copiosas comidas a las que acuden marqueses, duques, duquesas, nobles y gentes de alta alcurnia. Los salones y las torres se llenan habitualmente de personajes engalanados, carcajadas e intrigas. Don Leandro disfruta a ratos de esa vida rica en detalles y talles, pero cuando quiere paz, tranquilidad y sosiego, busca un poco de verdad en las mazmorras.
Nada mejor que el silencio de nuestro corazón.
ResponderEliminarEres muy bueno escribiendo, escritor!
Saludos!
Desde las mazmorras ya se tiene la mitad del camino hecho, ¿no?
ResponderEliminarUn micro muy bueno, con el ritmo preciso y un uso magistral de la economía de lenguaje que nos deja ver perfectamente la vida del personaje a través de la acción sugerida.
Mis parabienes.
Me encanta tu brevedad, un abrazo.
ResponderEliminarMe gusta mucho el contraste entre el piso de arriba y las mazmorras. Gracias por tus pequeños regalos ;-)
ResponderEliminarLa verdad desnuda. La que te trae todo eso que no te da toda la riqueza del mundo.
ResponderEliminarGracias Aniagua... lo mío es de puro "ajuntaletras".
ResponderEliminarGracias, Pedro, mientras uno economiza lenguaje tú no escatimas en elogios que valoro como combustible para seguir adelante.
Gracias, Diego. Un honor y un placer que dediques un rato a comentar mis microrrelatos.
Anne... siempre hay mazmorras por allá abajo.
Miguel Ángel, pasa tanto que los billetes no nos dejan ver el hombre que lleva el bolsillo...