30 septiembre 2011

Abuelo

Aquel niño sin abuelo se aferró un día a la mano de los dedos huesudos. Juntos recorrieron un pedazo de sus vidas repleto de historias, cariño y sonrisas. El vínculo que no creó antes la sangre está ahora eternamente sellado con lágrimas.

2 comentarios:

  1. Repito, palabras breves y un sentimiento de satisfacción tan inmenso por ellas. Saludos

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  2. Gracias, Diego. Hay días en que no necesitamos escribir ficción. La vida siempre regala y quita cosas maravillosas.

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