29 septiembre 2008

¿Por eso?

Me pediste mi opinión y te la di. Me pediste una confesión sincera y te la entregué. Me pediste que fuera franco y fui franco. Por eso no entiendo tu reacción. Por eso no entiendo tu enfado. Por eso no entiendo tanta tristeza. Querías que te dijera la verdad. Querías que olvidara la mentira. Querías conocer mis pensamientos más íntimos. Por eso te reconocí que no te quiero. Por eso te confesé que no te amo. Por eso te aseguré que nunca me has gustado. ¿Por eso? ¿por eso? ¿por eso sólo me has dejado?

19 septiembre 2008

Discurso

Excelentísimo señor presidente del Gobierno; ilustrísimos consejeros insulares y regionales; compañeros alcaldes y concejales; respetadas autoridades civiles, militares y religiosas; valiosos dirigentes empresariales; valorados prohombres de esta localidad y valoradas promujeres de este municipio; estimados asistentes, y queridos vecinos y vecinas todos y todas. No tengo sino que expresar mi más sincera gratitud a todos por su presencia y paciencia. Disculpen mi brevedad, pero es que hoy he venido aquí únicamente a salir en la foto de mañana y desconozco el motivo o razón de tan ilustre reunión. Saludos y, sobre todo, ¿alguien sabe a qué hora pasan los canapeses?

13 septiembre 2008

B.P.

Hace nada escuchaste gritos y sirenas en una calle cercana. No le diste importancia, pero ahora sientes ese vacío en la boca del estómago y un dolor agudo que va de un lado al otro de tu cuerpo. Es como si te hubieran atravesado con un florete incandescente, quemando la carne a su paso. Aún percibes esa quemazón interna cuando reparas en la creciente debilidad de tu cuerpo. Te cuesta abrir los ojos, casi no puedes levantar la mano y, aunque logras abrir la boca, no consigues decir nada. Se te escapan las fuerzas mientras tratas de mirar por el espejo retrovisor. Una mancha oscura ha aparecido en tu camisa. Dos hombres pasan corriendo junto a tu coche. Huyen de tres policías. El agente más joven les dispara. Luego te mira y hace una mueca. Sabe que él te pegó el tiro.