Buscando los versos perfectos, el poeta garabateaba sin cesar las hojas de centenares de cuadernos. Ocupaba veinte horas de sus días pariendo poemas mediocres y reservaba apenas unos minutos al aseo o la comida, apenas tres o cuatro horas al sueño obligado. En la madrugada en que la métrica, la rima y el ritmo encontraron la perfecta armonía y los versos fluyeron bellos como el arroyo de la montaña, el poeta suspiró aliviado. Aquel poema perfecto merecía un final trágico. Con las primeras luces entrando por la ventana del presidio, el poeta ató una sábana y perpetró un prosaico suicidio.
30 noviembre 2007
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3 comentarios:
Gostei muito desse post e seu blog é muito interessante, vou passar por aqui sempre =) Depois dá uma passadinha lá no meu, que é sobre frases e poesias, espero que goste. O endereço dele é http://mil-frases.blogspot.com. Um abraço.
Hola, Raúl: ¿Estudiaste tú en el Instituto Villalba Hervás? Creo ser una ex compi tuya (!). saludos!
Efectivamente, estudié en el Villalba Hervás, así que sí podríamos ser ex compañeros de instituto. Ya me contarás más detalles...
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