Te dije que apostaras al rojo y preferiste el negro. Te advertí de que la apuesta debía ser conservadora y pusiste todo o nada al número 22. Mientras la bola giraba, no podía parar de pensar en lo estúpido que eres. Tantas fichas de colores, tantos euros en manos del azar me revolvían el estómago. Te pedí que no fuéramos al casino, que optáramos por otra diversión más sana y menos avara... Pero tú siempre haces lo que te da la gana, como apostar los 12.000 euros de la indemnización al 22 negro en esa maldita ruleta. Nunca me haces caso, ni siquiera cuando tengo razón. La bola se paró en el 3 rojo y en un pis-pas volaron todos los planes que teníamos con ese dinero. “Mala suerte”, dijiste; “pobre gilipollas”, pensé. A ver con qué te vas a pagar ahora el divorcio.
28 mayo 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
jajajajajaja
pepa
gracias por tu apoyo y buen humor. Eso anima a seguir.
Publicar un comentario