La crisis lleva a la quiebra a centenares de empresas constructoras e inmobiliarias. Centenares de nuevos ricos se despiden de la opulencia con la misma rapidez que la abrazaron. Los índices bursátiles van en caída libre y el petróleo lo pringa todo con la mancha del sobreprecio. Los suicidios de superejecutivos superfracasados se multiplican al ritmo del engorde de las cifras mensuales de desempleo. Los tentáculos de la crisis llegan a casi todos los rincones, aunque siempre hay algunos que ni se enteran. Es el caso de Tomás Cadalso, persona libre completamente ajena a los vaivenes del mercado. Cada vez que le preguntan por la crisis, él responde: “¿Qué crisis?”, se toma un trago de vino, recoge sus cartones y se marcha a buscar otro cajero automático.
01 julio 2008
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1 comentario:
y llegó la noche con su frío y su hambruna. y a la una sintió al estómago hablando su jerga. a las dos le escupieron insultos como entretenimiento. a las tres dejó caer el bote de tetabrik al suelo por descuido. a las cuatro tuvo necesidad de evacuar los bajos. a las cinco sintió de nuevo el apretón de tripas acompañado del frío gélido de altas horas. a las seis dio gracias porque el kiosco abrirá en una hora. a las siete... las ocho... las nueva...
Crónica de sucesos:
hombre blanco, indigente de unos cincuenta años aparece asfixiado en su propio vómito entre cartones, botellas y jeringuillas usadas cerca del ministerio.
Mpepa
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