Tanto que te costó conseguirla, tanto trabajo y sacrificio ahora perdidos. Has extraviado tu medalla, sí, la medalla de oro por la que sufriste durante cuatro años, la medalla que te costó tantas horas extras de trabajo, la medalla que te quitó el sueño y te hizo soñar. Cuántas veces te dije que no tomaras esas cosas, que un día te podían perjudicar y, al final, por usar sustancias prohibidas has perdido tu medalla. Después de la gloria, cuando por fin la habías conseguido alguien fue a buscarte de noche a la habitación. Volviste cabizbajo a la mañana siguiente, ebrio de todo y con el cuello desnudo. Tanto lo celebraste que, al final, perdiste la medalla de oro, la de los 3.000 euros, la de la Virgen de Candelaria que siempre quisiste lucir y no te duró ni un día.
28 agosto 2008
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