En el vientre de la ballena muy poco se veía. Empapado y aturdido sólo acerté a encender mi mechero unos segundos. Tiempo suficiente para distinguir a Jonás y a Pinocho. Los dos con los ojos cerrados. Uno en posición de rezar y el otro como tratando de encender una hoguera. Ensartados ambos por un certero arpón japonés.
28 enero 2011
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6 comentarios:
Éstos jodidos balleneros japoneses no dejan títere con cabeza a fuerza de arponazos.
Me gustó la irónica fantasía que recreas en el texto, Raúl.
Un placer pasar de nuevo por tu espacio. Saludos desde el Tuy venezolano.
Has hecho una interacción magnífica y una crítica certera.
Beso enorme
SIL
La ballena como motivo de relatos.
Grande.
Esa cueva húmeda y viva donde sólo falta encontrarse a los 7 enanitos.
Y quien sabe todo lo que se encuentra al momento del desguace...
Excelente. Nunca imaginé la historia en tal contexto.
Saludos.
Muy bueno!! Todas las historias en una, absurda y real. Sólo faltó el Capitán Ajab...
Saludos!!!
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