28 diciembre 2007

Romantic

Por sorpresa, preparó un fin de semana romántico en la Toscana. Ocuparon una preciosa casita de campo cerca de Florencia y el primer día cenaron a la luz de las velas en un antiguo granero restaurado. Tras el café y el licor, se amaron entre la paja. Al día siguiente la llevó a pasear a caballo entre los verdes campos. Al atardecer, con sus monturas paciendo plácidamente, extendieron una manta en la cima de una colina. Allí merendaron y se amaron de nuevo. La cena, en la torre de un viejo castillo, también fue maravillosa. En los postres le entregó aquel carísimo anillo y le juró amor eterno. En mitad de un beso, un teléfono móvil rompió la magia. Llamaba su mujer.

25 diciembre 2007

La dupla

Hemos pasado juntos lo mejor y lo peor. Con nadie hemos compartido así nuestras vidas en estos años de comunes intereses. Formamos un equipo que afrontó, prietas las filas, tanto las victorias como los fracasos. Hemos sido solidarios y abnegados, pensando siempre que el otro formaba parte de uno mismo. Nuestros pasos se han fundido en el camino y, como buenos peregrinos, hemos sabido esperarnos cuando a alguno le fallaban las fuerzas. Jamás antepusimos otro egoísmo que el egoísmo de la dupla. Jamás pensamos en singular. Jamás actuamos con menos de dos cabezas ni cuatro manos. No sé si esto será el amor, pero nosotros no necesitamos otra cosa.

Ulises77

Llevas cuatro meses chateando a diario con Ulises77. Le conoces bien y sabes que podría ser el hombre de tu vida. Precisamente por eso has decidido dar hoy el gran paso. Una zancada prevista para las seis de la tarde en la cafetería Olimpo. Te presentas puntual, pero hay demasiados hombres con abrigo azul. Pides un café y te sientas a esperar. Pasan las horas y las mesas se vacían poco a poco. Fantaseas con la identidad de tu amado, ilusionada, hasta que te das cuenta de que sólo quedan tres personas: una camarera colombiana, tú y él. Ulises77 guardaba un secreto. Está sentado enfrente, pero no puede verte. Para él sí es una cita a ciegas.

12 diciembre 2007

Caciques

Se quedó sin trabajo, le cerraron todas las puertas y muchos conocidos le retiraron el saludo. Dejó de disfrutar de los escasos privilegios que su puesto anterior le proporcionaba y, en aquella vida nueva, los problemas se multiplicaron. Desaparecieron las caras amables y arreciaron los insultos, los reproches y las descalificaciones. Su familia también notó la caída en desgracia y giró sin control en la misma espiral de acoso cotidiano que consumía al patriarca. Cuando, cabizbajo, preparaba la maleta, pagaba el precio de denunciar la injusticia en esas tierras donde los que mandan dicen en voz alta que ya no quedan caciques.