Suenan las campanas y todo el pueblo pone rumbo al funeral. La muerte siempre ha sido un acontecimiento social en esta aldea de montaña. Todos, de una manera u otra, tenemos que ver con los demás, por eso nadie falta a un velatorio ni a un funeral. Es ley de vida. Pero lo de hoy, este entierro, es algo terrible. Se nota en los ojos del cura. Se nota en mis ojos. Ha muerto Juan, el sepulturero. En el altar, llora el cura; en los bancos de la iglesia, abrazado a una pala, sólo quedo yo.
04 mayo 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
28 comentarios:
Excelente, excelente. Queda un con un extraordinario sabor en la boca.
Un fuerte abrazo...
Genial.
Me quito el sombrero.
la gripe cochina es lo que tiene!
Me dejaste pensando en esos casos en que, contra la ley natural de la vida, el que debió ser el enterrado, termina siendo el enterrador. Muy bueno, como de costumbre. Saludos
Una de tantas ideas que plasmas, me viene a la cabeza. El que nunca fue protagonista, también tiene quien le entierre, aunque pareciese que el pobre hombre tuviera que ocupar ese puesto eternamente.
La muerte no discrimina, tarde o temprano todos tenemos que pasar ese camino, y es imposible pedirnos el último lugar.
Tremendo, amigo Raúl.
Un saludo
Nunca el sepulturero entrerró a nuestros muertos. Lo suyo era un trabajo, no un duelo.
Oich!!!creo q al pobre no le gusta su nuevo papel...
Muy bueno...saludos d la chica.
Alejandro, me alegro mucho de que te haya gustado.
Esteban, cada piropo que viene de ti vale su peso en oro. Muchas gracias.
jeje, Sero, no se me había ocurrido relacionarlo, pero por cercanía entre un microrrelato y otro ¿por qué no echarle también la culpa a los chanchos?
Martín, es cierto, son cosas que pasan en la vida y en la muerte.
Anuskirrum, muchísimas gracias por estar siempre ahí y por tus palabras de ánimo. Una vez una persona que había superado un cáncer dijo algo así como que "Todos estamos condenados a muerte, pero la diferencia está en que nosotros ya lo sabemos".
Stultifer, supongo que el sepulturero debe agazaparse tras una coraza para evitar que una sucesión interminable de duelos le vaya a matar de pena.
Isabel, seguro que no le gusta... A mí tampoco me haría mucha gracia.
Eso es lo que me encanta de ti. En unas pocas líneas me has hecho pensar en los miedos que pasan los últimos habitantes de los pueblos, en el miedo que pasa la gente que está sola en el mundo a morir y que no se entere nadie, en que todos nos morimos solos aunque estemos rodeados de gente...
Dicen que la muerte no es definitiva mientras alguien te recuerde, pero ¿qué pasa cuando ya no queda nadie para pensar en ti?
Texto conciso (envidia 'sana')y sin usar apenas adjetivos es muy descriptivo. Chapeau.
Un saludito.
bueno, muy bueno
¡Me gustó una enormidad!
Desde Argentina.
Mónica.
Mmmm, ¿Y a ti quien te va ha enterrar? ¿El curaaaa?Saludos.
!Pues quien tiene la pala, tiene muchas posibilidades de que le toque enterrar!
Alucino con la habilidad que tienes para sintetizar.
;)
Kyo, esa es una de las principales cosas que quería contar. Lo has captado perfectamente.
Gracias, Karmen, aunque yo soy de esas personas a las que no le preocupa demasiado qué pasará mucho después de mi muerte (familia y seres queridos aparte).
Más gracias para chico pascoal y para Mónica (saludos a esa maravillosa Argentina, un país que me enamoró cuando tuve la oportunidad de vivir allí unos 45 días, entre Buenos Aires, Bariloche y General Roca).
Hydro, ahí está la duda, ¿quién enterrará a quién? Quizá lo mejor sería morir primero, ¿no crees?
Ada, me da que el de la pala, definitivamente, va a tener que cavar la tumba. Gracias por estar ahí.
Je, je.
La pala siempre seguirá haciendo su trabajo
Je,je...
La pala siempre seguirá haciendo su trabajo... me gusta pensar que sus lágrimas son las paladas sobre el féretro de madera.
En plan arena sobre madera que contiene carne que será polvo.
En fin.
¡Qué suerte! ¡Todavía queda alguién a quién echarle el muerto!
Me gustó ese toque de campanas, Raúl.
Buenísimo, contundente como un puñetazo. Me encantan los relatos circulares.
Muy bueno.
Chapeau!
Citopensis, muy buena imagen. Paladas que son lágrimas. Me gusta.
Un saludo, José Luis, y gracias por pasarte por aquí. Me alegro de que te haya gustado.
Gracias por los piropos a Araceli y Revangel.
Nadie se escapa... la única que permanece impasible es la pala.
Excelente!
Muchas gracias por tu visita!
Un abrazo,
Es una pintura oscura este relato.
Y el final... el marco perfecto.
Deleite para los todos los sentidos.!!!!
BESOS HIPERBREVES
Recuerdo cuando en mi pueblo todos iban a los funerales...
Si quedad tú, serás el sucesor, no? :)
Me encantan los microcuentos y este es muy bueno. Te felicito
Saludos
Clara, cierto, la pala ni siente ni padece. Su muerte es romperse.
Gracias Sil, me alegro de que te haya gustado mi pintura de letras.
Trinireina, la verdad es que no sé si ir a todos los entierros es una buena o una mala costumbre. ¿Tú qué opinas?
¡que tal! gusta leer cosas buenas como las que tú cuentas, me parece que voy a visitarte con frecuencia
¡salud!
De todas tus historias que he leído, ésta es (sin duda) mi favorita.
Siga usted así, maestro, que si lo bueno es breve, malo; que lo bueno debería ser eterno. Abrazos
Duncan
Publicar un comentario