A la sombra de aquel árbol, en aquella pradera sin fin, te sentaste a descansar. Allí estabas, con los pies hinchados de segar kilómetros de hierba seca, con la boca pastosa y la piel quemada desde un cielo sin nubes. Agotado después de recorrer páramos durante días, sonreías a tu suerte, a la sombra de aquel pequeño árbol, el único que has visto en semanas de éxodo desesperado. Sigues tan solo como siempre, pero esas hojas que se agitan sobre tu cabeza son la esperanza y el futuro... hasta que ese rugir lejano te despierta aterrorizado. Conoces ese sonido mecánico, por eso te tiemblan los labios y las manos. Miras a tu alrededor, sabes que no hay escapatoria, pero estás dispuesto a sostener un último combate. Corre el año 2301 y vas a defender con tu vida el último árbol de tu patria.
28 febrero 2008
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