13 diciembre 2014

Ocho veces demostrado

Comenzó a pensar en un nuevo principio mientras paseaba por la estancia. Descalzo y desnudo. Al ritmo de sus pasos y de aquel goteo. Agitado hasta que paró frente a la tina llena. Miró el agua; miró los pies, y murmuró feliz: “Todo cuerpo que se sumerge en un líquido experimenta un empuje de abajo hacia arriba menor que la fuerza de mis brazos”.