28 diciembre 2007

Romantic

Por sorpresa, preparó un fin de semana romántico en la Toscana. Ocuparon una preciosa casita de campo cerca de Florencia y el primer día cenaron a la luz de las velas en un antiguo granero restaurado. Tras el café y el licor, se amaron entre la paja. Al día siguiente la llevó a pasear a caballo entre los verdes campos. Al atardecer, con sus monturas paciendo plácidamente, extendieron una manta en la cima de una colina. Allí merendaron y se amaron de nuevo. La cena, en la torre de un viejo castillo, también fue maravillosa. En los postres le entregó aquel carísimo anillo y le juró amor eterno. En mitad de un beso, un teléfono móvil rompió la magia. Llamaba su mujer.

25 diciembre 2007

La dupla

Hemos pasado juntos lo mejor y lo peor. Con nadie hemos compartido así nuestras vidas en estos años de comunes intereses. Formamos un equipo que afrontó, prietas las filas, tanto las victorias como los fracasos. Hemos sido solidarios y abnegados, pensando siempre que el otro formaba parte de uno mismo. Nuestros pasos se han fundido en el camino y, como buenos peregrinos, hemos sabido esperarnos cuando a alguno le fallaban las fuerzas. Jamás antepusimos otro egoísmo que el egoísmo de la dupla. Jamás pensamos en singular. Jamás actuamos con menos de dos cabezas ni cuatro manos. No sé si esto será el amor, pero nosotros no necesitamos otra cosa.

Ulises77

Llevas cuatro meses chateando a diario con Ulises77. Le conoces bien y sabes que podría ser el hombre de tu vida. Precisamente por eso has decidido dar hoy el gran paso. Una zancada prevista para las seis de la tarde en la cafetería Olimpo. Te presentas puntual, pero hay demasiados hombres con abrigo azul. Pides un café y te sientas a esperar. Pasan las horas y las mesas se vacían poco a poco. Fantaseas con la identidad de tu amado, ilusionada, hasta que te das cuenta de que sólo quedan tres personas: una camarera colombiana, tú y él. Ulises77 guardaba un secreto. Está sentado enfrente, pero no puede verte. Para él sí es una cita a ciegas.

12 diciembre 2007

Caciques

Se quedó sin trabajo, le cerraron todas las puertas y muchos conocidos le retiraron el saludo. Dejó de disfrutar de los escasos privilegios que su puesto anterior le proporcionaba y, en aquella vida nueva, los problemas se multiplicaron. Desaparecieron las caras amables y arreciaron los insultos, los reproches y las descalificaciones. Su familia también notó la caída en desgracia y giró sin control en la misma espiral de acoso cotidiano que consumía al patriarca. Cuando, cabizbajo, preparaba la maleta, pagaba el precio de denunciar la injusticia en esas tierras donde los que mandan dicen en voz alta que ya no quedan caciques.

30 noviembre 2007

El poeta

Buscando los versos perfectos, el poeta garabateaba sin cesar las hojas de centenares de cuadernos. Ocupaba veinte horas de sus días pariendo poemas mediocres y reservaba apenas unos minutos al aseo o la comida, apenas tres o cuatro horas al sueño obligado. En la madrugada en que la métrica, la rima y el ritmo encontraron la perfecta armonía y los versos fluyeron bellos como el arroyo de la montaña, el poeta suspiró aliviado. Aquel poema perfecto merecía un final trágico. Con las primeras luces entrando por la ventana del presidio, el poeta ató una sábana y perpetró un prosaico suicidio.

27 noviembre 2007

Pobre feliz

El joven ejecutivo viajó en avión privado desde New York a Sydney. Dos escalas y 24 horas de vuelo sin soltar de la mano el maletín que contenía el anticipo de los 5.000 millones de dólares de aquella oferta irrechazable. Desde la capital australiana fueron 15 horas por carretera hasta Kakadu. Miles de kilómetros para una misión que no entrañaba, a ojos del joven economista, más dificultad que la distancia. Cuando tocó en la puerta de la humilde casa no pudo evitar imaginar las mansiones que construiría aquel desgraciado con los miles de millones que valían sus tierras con corazón de uranio. De vuelta a New York, con el maletín tan repleto como a la ida, el joven pasó 24 horas repitiendo incrédulo y confuso la frase de aquel pobre feliz, satisfecho por conservar intactos los páramos de sus antepasados: "No, gracias. No necesito el dinero".

18 noviembre 2007

Majestad

El Rey, indignado, me mandó a callar en plena audiencia. Todos los consejeros, asesores, políticos y nobles adulones clavaron entonces sus ojos en mí, con una expresión general que oscilaba entre la reprobación y la compasión. Durante unos segundos mantuve la mirada fija en el monarca, cuyo rostro había pasado del tono blanco burgués al rojo rabia real. Yo sabía lo que significaba aquella llamada al silencio y, por eso, aprovechando mis últimos segundos de libertad, concluí la osadía que me llevaría a la celda:

-Majestad, mal podrá reinar quien prefiere el silencio a la verdad.

08 noviembre 2007

Llama tú

¿Por qué no me llamas? ¿Por qué no me llamas ahora, a las 11:05, como siempre has hecho en los últimos diez años? ¿Dónde diablos te has metido? Sabes que me pongo nervioso si no me llamas, que necesito saber dónde estás en cada momento. Y tú ahí… sin llamar… a saber con quién andarás, con algún cerdo de tu empresa. Y yo aquí, en casa, como un idiota. Si es que debería irte a buscar porque eres una zorra, te lo debes estar montando con alguien en la oficina. Maldita perra, cuando llegues a casa verás… (suena el móvil).
-¿Sí? hola, preciosa, ¿sabes que no puedo vivir sin ti?.

07 noviembre 2007

Libros ardientes

Las hojas de libro se mecen ardientes en el aire. Mientras vuelan, las letras de cada página se funden a negro antes de desintegrarse para todos, para siempre. El baile de papeles blan cos, fuego y ceniza se eleva apenas unos metros, difunde su olor y cubre el suelo con frases mutiladas. Las palabras supervivientes se reparten por la calle huérfanas de sentido. Así ardían los libros en la hoguera del dogmatismo y la fe sin tolerancia. Así arden, y así vuelan ahora, los libros tras las bombas de los nuevos inquisidores.

31 octubre 2007

Mal amor

Si te regalo flores, te entra alergia al polen; si te invito a cenar, estás a dieta; si organizo un viaje sorpresa a París, prefieres quedarte en casa; si propongo un fin de semana casero, hubieras preferido París; si exploro bajo las sábanas en busca de cariño, mejor otro día; si me hundo en la almohada esposado por el sueño, tu mano juega en la oscuridad; si quedo para comer con tus padres, soy un entrometido; si vamos a comer solos, es porque nunca quiero invitar a tus padres; si te quiero dejar, me pides matrimonio. Por eso, ya tengo la solución a mi problema de mal amor: hoy te diré que quiero vivir para siempre contigo.

25 octubre 2007

Con papá

Por más que lo intento no logro evitar la permanencia de ese leve rastro de ceniza en la esquina del mueble del comedor. Mi mujer lleva años pidiéndonos a mí y a mi madre que lo dejemos porque nos hace daño, pero la costumbre es más fuerte que la razón y ninguno de los dos podemos prescindir de ese ritual en cada comida. Lo hemos intentado varias veces, pero antes del segundo plato nos arrepentimos y repetimos la ceremonia. Mi mujer dice que sólo es un desagradable montoncito de ceniza sobre el mueble, pero ella no entiende que no podamos comer sin papá.

18 octubre 2007

Ecoilógico

Nunca logro evitar que el humo tizne los muebles de la sala de estar. Lo he intentado todo, pero no hay manera humana. El cambio climático es una realidad espantosa y todos debemos hacer algo por evitarlo, pero desde que me di de baja de la red eléctrica, del butano y del gas ciudad, los inviernos se hacen duros. El humo es un problema, pero también está mi familia. Todos me dicen que la hoguera en medio del salón no es sostenible.

09 octubre 2007

Un cuento (birmano)

Centenares de sacerdotes católicos se manifiestan en las calles junto a miles de civiles para pedir el fin de una larga dictadura militar. Los curas desafían el toque de queda impuesto por los represores de los derechos y libertades del pueblo y ocupan la primera fila de las manifestaciones pacíficas. Entre disparos, bastonazos, botes de humo y gases lacrimógenos, los alzacuellos y las sotanas avanzan impasibles en pro de la libertad de la gente humilde.

27 septiembre 2007

Desaparecida

Jugaba en la plaza en obras que construía el ayuntamiento enfrente de casa. El reloj rondaba las tres de la tarde cuando sus amiguitos la perdieron de vista. Sus hermanos y su padre la buscaron por el barrio hasta que, a las once de la noche, avisamos a la policía. El país se llenó de carteles con su foto de estudio y, durante varios meses, su nombre se repitió sin cesar en todos los medios de comunicación. Han pasado diez años y la investigación se paró hace ocho. El eco de su nombre se apaga en la lejanía, aunque en el pueblo pocos olvidan a mi niña de los moños rubios. El ayuntamiento le ha rendido un homenaje en forma de monolito. Como madre, he pedido que lo ubiquen en la plaza, ya terminada, donde la vi por última vez. Justo en la zona ajardinada donde tuve que enterrarla.

20 septiembre 2007

Cuna, cama, caja

Llanto, familia, amigos, globos, flores, risas, brindis, pañales, azul, rosa, cuna.
Anillos, flores, llanto, risas, familia, amigos, brindis, blanco, oro, puros, cama.
Llanto, familia, amigos, pañuelos, flores, abrazos, penas, gris, negro, caja.
Cuna, cama, caja. Llanto, risas, llanto.

08 septiembre 2007

Sólo tú sabes

Todos te saludan por la calle y te llaman por tu nombre de pila como si fueras de su familia. Los niños, las mujeres y los viejos te sonríen ilusionados como quién ha visto a una estrella terrenal. En los bares, siempre alguien te ha pagado ya la consumición cuando pides la cuenta. En las tiendas, los dueños te reservan su mejor descuento. Tus vecinos te adoran y sabes que pondrían la mano en las brasas por ti. Cada cuatro años te votan en masa, pero día a día te revalidan y te empujan con mil palmadas en la espalda que suenan como aplausos. Eres el político más popular y valorado. Y sólo tú sabes que, además, eres un corrupto.

03 septiembre 2007

Los espías

La policía busca un espía en el pueblo. El ladrido de los perros y el mugido de las vacas otorgan falsa normalidad a una mañana histórica para esta aldea de 25 habitantes, cuya población se ha duplicado por la presencia de innegables agentes de paisano. Esos portadores de todo un muestrario de gafas de sol registran la casa del vecino cincuentón que cambió la ciudad por el campo hace tres años. El domicilio del emergente apicultor que, según sus escasas confesiones de bar, vivía bien de una pensión pública. Era reservado, amable y educado. Jamás habló de su pasado, pero todos, desde la panadera hasta el alcalde pedáneo, sabíamos que pasaba información a servicios secretos extranjeros. Creyó que Madriguera era un escondite perfecto, pero olvidó que en los pueblos pequeños nos conocemos todos. Evidentemente, seremos discretos: a los medios de comunicación y a la policía les diremos que no salimos de nuestro asombro.

01 septiembre 2007

El dedo

Nelson “El zurdo” llega siempre de madrugada a su casa de chapa, plástico y madera. Bajo el marco de la puerta hace la señal de la cruz y besa su escapulario de Nuestra Señora de la Candelaria. Se lava las manos, se cambia de ropa, sintoniza bajito Radio Caracol y se sienta junto a la cuna de su hijo. Extiende el dedo índice de la mano izquierda y lo coloca junto a la manita del bebé. Cada noche desde su nacimiento, el pequeño Nelson se aferra al dedo que aprieta el gatillo. Al dedo paterno que, aunque aún no lo sepa, siembra muerte por encargo para darle de comer. Es natural de Medellín. Es natural en Medellín.

Axioma de Yungay

Cuando el terremoto sacudió los pies de Yungay, los fieles rezaban en la iglesia. Con cada temblor de la tierra, crecía también la magnitud de las oraciones que pedían clemencia divina. Al cesar los vaivenes del piso, algunos salieron a comprobar los efectos del desastre, mientras los más creyentes seguían rogando piedad a su dios omnipotente. A varios kilómetros de allí, en la cumbre del Huascarán, una inmensa masa de rocas, barro y nieve inició un galope mortal. Tres minutos después, la avalancha que vino del Valle de Ranrahirca sepultó por completo la ciudad de Yungay, demostrando que la fe no detiene montañas.

17 agosto 2007

La niña mora

Casualmente pasaba por allí en el preciso instante en que el terrorista suicida hizo estallar su coche. Un fogonazo sordo de luz ardiente lo llenó todo. Luego sólo quedó el humo, el olor a quemado y los lamentos que se fundían con las alarmas y las sirenas lejanas. Aturdido como un boxeador al borde del KO, traté de incorporarme, pero las fuerzas sólo me dieron para posar la palma de la mano sobre el suelo cubierto de sangre con cristales. Cuando logré descifrar parte del caos que me rodeaba, pude ver a la niña. Aquella simpática mujercita de tres años que paseaba hace veinte segundos con un helado en la mano. Ahora no se mueve. Flota en medio de un charco escarlata. A mí me falta media pierna, pero estoy vivo. Soy europeo y pronto avisarán a mi embajada. Me sacarán del país y recibiré una indemnización de mi gobierno. Quién diría que mi sangre es idéntica a la de la niña mora.

10 agosto 2007

Sospechoso

–El principal sospechoso del asesinato de la hija de los Smith salió de su casa esta mañana por la puerta trasera, llevaba una maleta y acababa de comprar un billete para Brasil. El dispositivo de urgencia se activó y le seguimos hasta el aeropuerto. En el momento en que tres agentes de paisano le dieron el alto y le encañonaron, salió corriendo. No hubo más remedio que abrir fuego para evitar la fuga.
–¿Qué pronóstico tiene el sospechoso?
–Tenía pronóstico reservado… pero ya está en el Instituto de Medicina Legal.
–¿Algo más, agente?
–No… bueno, sólo un dato para el informe interno: hubo un error en las pruebas de ADN y al final se ha descartado su implicación.
–Omítalo. Eso ya carece de importancia.

06 agosto 2007

Cambio y corto

–Declarado incendio con muy mala pinta en área forestal. Cambio.
–Activamos protocolo 1-A de actuación primaria. Decretado Nivel Uno de Alerta. Cambio y corto (…).
–Se nos va de las manos, necesitamos todos los recursos disponibles. Cambio.
–Activamos protocolo 1-B de actuación secundaria. Mantenemos Nivel Uno. Cambio y corto (…).
–Falta personal; necesitamos más medios aéreos. El fuego está descontrolado. Cambio.
–Activamos protocolo 2-A e iniciamos gestiones para solicitar, de acuerdo con sistema homologado de peticiones externas, apoyo a otras administraciones según Plan de Cooperación Interadministrativa. Cambio y Corto (…).
–El fuego arrasa todo. No podemos actuar. Necesitamos medios aéreos. Es urgente. Avanza sin control.
–Activamos protocolo 2-B e iniciamos gestiones para pedir, vía burofax, reunión con coordinador de emergencias para activación de Plan Urgente de Cooperación Interadministrativa. Sigue nivel Uno. Cambio y corto (…).
–No queda nada por arder. El tiempo mejora y el incendio se apaga lentamente. Esto es una tragedia. Cambio.
–¡Fantástico! Activamos protocolo 3-A de convocatoria informativa. Enhorabuena a todos. Ha sido un gran éxito de coordinación interadministrativa. Cambio y corto.

20 julio 2007

Ojalá

Me distraigo viendo la lámpara mecerse levemente. A ratos me observo las manos, con sus cinco dedos, les doy vueltas con dificultad y las miro en silencio, desde la palma hasta el envés. La gente que me quiere me alimenta varias veces al día: leche, agüitas calientes, papillas, compotas y purés. No me gusta tanto, pero también me bañan, me echan colonia y me tienen siempre peinadito. Los pañales me los cambian unas cuantas veces al día y casi nunca se olvidan de ponerme la crema contra las rozaduras. Están todo el día pendientes de mí. Yo no hago prácticamente nada más que dormir, comer, oír, mirar y jugar con mis manos bobas. Ojalá pudiera expresar cuánto les quiero, más allá de las miradas tiernas o de esos abrazos torpes que intento darles cuando se acercan. Ojalá los años fuesen semanas. Ojalá tuviera tiempo para aprender a hablar de nuevo. Ojalá fuera un bebé y no sólo lo pareciera.

13 julio 2007

Soñabas

Las luces de la autopista se pierden a toda velocidad por el rabillo de tus ojos. El coche avanza impasible rodeado de carriles vacíos, sin más compañía ocasional que los faros cegadores de los escasos vehículos que nadan contra corriente más allá de la mediana. La monotonía del trayecto suena como una nana, mientras tus párpados luchan para no abrazarse en medio de la noche. Nada cambia hasta que un perro cruza la autopista y tú giras instintivamente el volante. Lo siguiente es el mundo dando vueltas. Cuando abres los ojos, te das cuenta de que soñabas y de que el coche lleva un minuto y medio consumiendo a solas varios kilómetros de recta. Has tenido suerte. Para cuando tus ojos se vuelven a cerrar, ya has tirado fuerte de la manta y estás acurrucado contra un cuerpo caliente. Ya no volverás a separar los párpados. Ibas a 100 kilómetros por hora y, mala suerte, soñabas otra vez.

05 julio 2007

Cruzados

Las rodillas han dibujado una depresión sobre la gran alfombra donde un mar de túnicas blancas se mece ante mis ojos. Todos están orando en una misma dirección, con idéntica fe y con los mismos pies descalzos. Imbuido por la liturgia de la oración y cegado por una avalancha divina que me sepulta, imagino un futuro mejor para los míos. Las rodillas clavadas sobre la tela me unen a una tierra infecta de infieles. Cuando esta cabeza se acerca al suelo con cada flexión del tronco, puedo oler el mal que me rodea más allá de los muros de este edificio sagrado. En un momento de pausa y reflexión, me acaricio la barba y añoro la muerte. Nada ha cambiado en los últimos 912 años. En Europa debe haber alguien que ahora esté afilando su espada.

28 junio 2007

Hypocrisis

Los violentos asistieron en masa en enero al primer Congreso de Soluciones Dialogadas que se celebró en Israel. Los ladrones acabaron en sólo 24 horas con todas las plazas disponibles en el Master de Respeto a la Propiedad Ajena, celebrado en febrero. Asesinos y verdugos coparon en marzo los asientos en el Foro Internacional de Apoyo a las Víctimas, mientras que los corruptos, tras sobornar a los legítimos propietarios de cada butaca, escucharon en silencio en abril la conferencia titulada “La política: una vocación de servicio público y un sacrificio personal y económico”. Los directores generales de las 100 empresas más contaminantes del planeta organizaron en mayo el II Simposio Conservacionista Tierra Verde, Mar Azul, Cielo Limpio. En junio, los titulares de las mayores fortunas europeas, asiáticas y americanas pusieron en marcha el Encuentro Planetario por un Reparto Justo de la Riqueza. Por supuesto, en julio nadie faltará al I Congreso Mundial sobre Coherencia.

Metamorfosis

Esta noche he crecido 25 centímetros de golpe. Mi piel ha cambiado de color, brilla y se ha cubierto en parte de plumas. Mi pelo se ha encrespado y coloreado como la cola de un pavo real. Mis ojos crecen, destacan en un marco oscuro y pasan en un suspiro del marrón al amarillo. Han cambiado tanto que ya no parecen mis ojos. La boca, que también ha crecido en grosor y volumen, encierra unos dientes repentinamente blancos y brillantes. Mis uñas, ahora convertidas en algo parecido a unas garras, tienen tonos púrpura con matices negro obsidiana. Cualquiera diría que ahora soy un monstruo, si no fuera por el tanga y las plataformas rosadas.

15 junio 2007

Comunica

Vuelves a marcar y comunica. Lo has intentado siete veces, siempre con el mismo sonido cansino y desesperante como respuesta. Pero tú no pierdes la esperanza. Vuelves a pulsar con fuerza y rapidez los nueve dígitos, contienes la respiración, pero regresa la maldita secuencia sonora. Firmas una tregua minúscula con el teléfono y te sientas durante apenas unos segundos, tiempo suficiente para hacer apuestas mentales sobre quién ocupará con su conversación banal esa línea de comunicación que tanto necesitas ahora. Cuando regresas a las teclas tienes una fe renovada, una ilusión infantil que se rompe con el mismo tu, tu, tu que has oído miles de veces. Necesitas hablar con él, contarle que siguen siendo un matrimonio sin patrimonio y pedirle que no le diga a su jefe en la cara todo lo que lleva años mascullando entre dientes. Necesitas decirle que te pusiste nerviosa y que, mirando el periódico de ayer, creíste que acababas de ganar la Primitiva de hoy.

08 junio 2007

La playa

La arena caliente te quema los pies cuando corres desde la toalla hasta el mar. El agua salada te moja la piel y alivia tu calor. Te sientes dichoso cuando hundes la cabeza bajo las olas y te dejas mecer por el vaivén eterno del océano. Naciste en las Islas Afortunadas. La arena caliente le quema los pies arrugados cuando corre desde el mar hacia algún refugio. El agua salada empapó y cuarteó su piel quemada por el sol. Se sintió dichoso cuando pudo sacar la cabeza sobre las olas, después de dejarse mecer durante días por el vaivén eterno del océano. Nació a 800 kilómetros de tu casa. Para ti, la playa es un lugar de ocio. Para él, la playa es el futuro. Cuando tú te adentras feliz en el mar azul, él emerge esperanzado tras las olas, con los ojos clavados en la tierra prometida.

01 junio 2007

Nokia N95

El policía flaco me da la quinta bofetada, mientras el gordo me sujeta del cuello y me clava su rodilla en el estómago. En el suelo recibo 10, 15 ó 20 patadas, que para contar estoy yo ahora, y, por no hacerle caso a mi madre y no cortarme la melena, uno de los señores agentes me levanta tirándome de los pelos. Por puñetazos recibidos, parezco ya un saco de boxeo. Mientras la sangre contamina los sentidos del gusto y el olfato, las dos autoridades me preguntan a gritos de qué me río, si quiero recibir un poco más o si soy idiota. Por más golpes que me dan, a mí no se me puede borrar la sonrisa. Y es que cuando veo la lucecita minúscula de mi móvil Nokia N95 sobre la mesa de la sala de cacheos, apoyado estratégicamente en mi chaqueta, no puedo evitar la mueca de la alegría. Me costó 700 euros, pero qué es ahora el sueldo de un mes. Está tan bonito ahí, grabándolo todo en calidad DVD.

25 mayo 2007

Cosme

Jamás pensé que escucharía tu nombre en una mala noticia, que te leería como protagonista de las páginas de sucesos o que tu sonrisa repetida en todos los medios no causaría más que lágrimas. Todo cambió un domingo de lluvia, en el día de descanso del dios de los cristianos, después de una jornada de amistad y cariño, ya a las puertas de tu casa. Todo cambió en un segundo sobre el asfalto mojado. Allí se marcó un punto final injusto que no siembra más que pena. Te marchaste sin darle tiempo a la gente que, desde tu afortunado círculo vital o desde la lejanía más cercana, te apreciaba y admiraba por seguir siendo siempre el mismo tipo amable, sonriente, cercano, inteligente y modesto, aunque triunfador. Te marchaste de repente, sin darme tiempo de decirte que siempre serás un ejemplo para quienes creemos que la humildad es el más preciado valor de los pocos que, como tú, pudieron permitirse el lujo de haber sido soberbios.


PD: En días así, ojalá todo fueran cuentos.

18 mayo 2007

La sonrisa

Aquel hombre me prometía un futuro mejor desde su cartel. Me sonreía y parecía sincero. Por eso le di mi último voto de confianza y puse en sus manos libres de callos e impurezas los restos agonizantes de mis esperanzas. Con ese apoyo personal, sumado al de otros muchos ciudadanos ingenuos, salió al balcón henchido de gloria y celebró su triunfo alzando los brazos y enseñando los empastes negros. De eso hace ya seis meses. Ahora no quiere recibirme porque está muy ocupado. Yo sigo sin casa y sin trabajo en el mismo barrio patético de siempre. Sus carteles han perdido ya el color, pero a este sinvergüenza no se le ha borrado la sonrisa. Que se ría, que yo tengo cuatro años para meditar mi venganza.

11 mayo 2007

La campaña

Preparad los caballos más veloces, convocad a los guerreros más leales y reunid a los arqueros más certeros. Pulid los yelmos y las espadas; lubricad las picas y los escudos; afilad las hachas y las dagas, y sacad lustro a los estandartes. Hoy, al amanecer, quiero todas las catapultas, las torres de asedio y los arietes en las afueras del castillo. Empieza una nueva campaña. Quiero todo dispuesto para partir hacia la conquista de mundos nuevos, derribar imperios y derrocar monarcas débiles. Vamos a ampliar las fronteras de nuestro reino con la fuerza de nuestras armas. Y con la firme voluntad de nuestro pueblo sometido.

05 mayo 2007

No soy un amargado


No soy un amargado, pero cuando me levanto con la pata izquierda lo mejor es olvidarme hasta el día siguiente. Son mis días tontos. Veinticuatro horas perdidas desde que el despertador suena hasta que mi mala leche se hunde de nuevo en la almohada. He intentado sobreponerme a esta oscura manía, pero me resulta imposible. Es superior a mí. Y hoy es uno de esos días. El termo tardó en calentar, hacía un frío horrible y pillé otra cola espectacular en la autopista. Rocé el coche al aparcar y me pasé la mañana sudando a mares. Buscando la toallita para limpiarme las gafas empañadas encontré un boleto de la ONCE. Era de la semana pasada. Fuera de la oficina hay un ciego muy pesado que se pasa la vida prometiendo fortuna. Le pregunto si el 78.609 del día 18 tiene algo. Al tío se le cambia la cara, sonríe y me dice gritando: ¡Tiene 30 mil euros! ¡Está premiado! Entonces invade mi espacio vital, me abraza y me besa. Le quito el boleto, le aparto de un empujón y le digo:
–Las manos quietas, hijo de puta, que tú a mí no me conoces de nada.

23 abril 2007

Relatividad

Apostado junto al muro, con la pistola abrazada al pecho, sentía su respiración como un estruendo en mitad de la noche callada. Miró entre el seto del jardín y vio la luz de la sala encendida. Un sofá de cuero, estanterías con algunos libros y mucho elemento decorativo, una mesa étnica, un adelantado reloj de pared que marcaba las 2:00 cuando se vivía a la una menos cuarto, un jarrón chino o japonés y varios cuadros de diseño malo. Una sombra se movió. Era la de su culpable. Huido desde hacía meses. Esquivo, orgulloso y sin arrepentimiento. Desde afuera quería hacer bien su trabajo, asegurar el éxito y volver ante sus jefes con la cabeza bien alta. No había tiempo de esperar a los demás, no podía dar otra oportunidad de fuga. Pronto estaba de pie en el jardín, mirando el ventanal, inmóvil cuando su culpable fijó la mirada en el exterior oscuro. No podía fallar y disparó, precipitadamente, cuatro tiros a través del cristal. Al final, con el muerto en el nicho, le dijeron que había hecho un buen trabajo. Contundente y algo excesivo, pero bueno al fin. Relativamente bueno. Lástima que en el jardín hubiera un sicario y en la sala de estar muriera un testigo protegido.

16 abril 2007

Sí, juro


¿Jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? El silencio colonizó hasta el último rincón de la sala y el testigo, cabizbajo, reparó en la suciedad de las puntas de sus zapatos. El público miraba su nuca y compartía gestos callados. Su señoría aguardaba paciente, mientras el fiscal se rescaba con disimulo la pierna y los abogados trataban de ocultar, sin éxito, su impaciencia letrada. El "sí, juro" retumbó solemne, acalló los murmullos y apaciguó las pulsaciones de los nerviosos implicados. Los ojos del tesigo se clavaron en las gafas del juez y, en apenas una hora, contestó a todas las preguntas sin titubeos. Como sólo saben hacer los buenos mentirosos.

02 abril 2007

Piso 103

Llegas a la oficina directamente de la discoteca. Estás sudando, sientes como tu corazón bombea a destajo y miras a tu alrededor aturdido y confuso, como si todos los seres y las cosas que ves formaran parte de otra película. Sentado frente al ordenador, todas las drogas que tomaste anoche te impiden resucitar como broker. Estás nervioso y tratas de no mirar a ninguno de tus compañeros de Cantor Fitzgerald. La música y los focos de la discoteca se te aparecen a ráfagas entre el sonido de las teclas y los teléfonos. Una gota de sudor cae por tu sien, buscas refugio en la ventana del piso 103 y ves venir un Boeing 767. Apartas la vista enseguida y juras que mañana, día 12 de septiembre, vas a dejar las drogas. Nunca te hizo falta.

30 marzo 2007

Pusilánime

La llama de la vela ondeaba al ritmo de sus respiraciones. La tenue luz de la mesa del rincón apenas dejaba entrever a la pareja en el instante en que ella levantó la vista:
-Sabes que, en mi fuero interno, siempre he inferido que eres un ente pusilánime, pánfilo, sibilino, profano, abúlico y epicúreo. Que en este lustro de cohabitación nuestro nexo se puede adjetivar como uniforme, exasperante, aciago o simplemente como un gabarro. Que tus prácticas amatorias son impropias de un tórtolo, del todo iteradas, toscas e imperceptibles. Que tu forma de entender el papel del amartelado está más cerca de la ensambladura del mirounga angustirostris que del amancebamiento de Lord Byron. Por todo este discernimiento, hoy quiero aseverarte que lo más pragmático es que me colmes de desdén y te lleves tu ignominioso empaque lo más acullá posible.
El amante la observó, deformada por la llama. Se levantó nervioso e improvisó una mala excusa. Salió del restaurante, entró en el coche y, de camino a su casa, pensó:
-En la estantería vacía, al lado de la biografía de Raúl González Blanco. Ese libro gordo debe ser un diccionario.

Mio cardio

Sentiste un dolor desconocido en el pecho y sólo querías sentarte a descansar. De camino al hospital dejaste un reguero de caras de preocupación y un rastro enorme de incertidumbre. Allí, sobre aquella lejana camilla, escuchaste a los médicos luchar por restablecer el cauce de tu vida. Sentiste la presión de unas manos que resucitaron tu pulso. Y celebraste con un suspiro el reencuentro de tu sangre al final de aquel atasco maldito. Hoy te recuperas rodeado de máquinas, pantallas y cables, matando tú al tiempo con un sudoku. Flotando, con cara de satisfecho, en el mar de lágrimas que creó la cruel mentira de que te ibas.

La vida

La vida sigue normal. Conduces escuchando la radio, te enfadas con el tipo que no pone el intermitente, peleas con el aire acondicionado y miras distraída por la ventanilla. La vida sigue como si nada. No encuentras aparcamiento, llegas tarde al trabajo y tu jefe te acosa con órdenes absurdas sólo para recordar que en la oficina existe la autoridad. La vida sigue cansina. Te tomas un cortado horrible en la máquina de siempre. Miras el reloj mil veces. Revisas el móvil por si él, como casi siempre, te ha mandado un mensaje de amor. Y esperas que sean las seis, también como siempre, para correr despacio de regreso a casa. La vida sigue, para ti, tan cotidiana como en enero, marzo o junio. Ignoras que todo va a cambiar en cuestión de unos segundos. Que el acero será de barro, que la roca será de pan. Que todo se transformará en nada cuando suene el móvil y una voz entrecortada te diga, con unas palabras que jamás olvidarás, que él acaba de morir.

El fraude

Vivo acostado en una especie de estudio minúsculo. Apenas puedo incorporarme unos 30 grados. Mis pies y mi cabeza gozan de una autonomía reducida: 10 centímetros por abajo y 10 centímetros por arriba. No tengo baño ni cocina. Ni siquiera una mísera barra americana sin mujeres. Mi vivienda se limita a un rectángulo hecho casi a la medida. Eso sí, es mullido, cálido y tranquilo, extremadamente tranquilo. No tengo ni una queja de los vecinos. Lamento que esté mal iluminado y que su ventilación sea prácticamente nula. Es todo interior. No hay teléfono, electrodomésticos, enchufes o tomas para la antena de televisión. Carezco de armarios y, según mis cálculos, esta vivienda no supera el metro cuadrado. Llevo casi siete meses sin pagar hipoteca ni agua ni luz ni basura ni contribución urbana... Cada día estoy más convencido de que me han vendido un nicho.

Antalgin

Yo sé que el Antalgin es un antiinflamatorio. Me lo ha dicho mi madre. Es una medicina muy fuerte que te cura muy rápido. Yo ya casi sé lo mismo del Antalgin que los médicos. Mi madre dice que las medicinas no son para los niños, pero menos mal que yo no le he hecho caso. Porque si no fuera por mí, ya no tendríamos casa. Aquel día en que ella se dejó la sartén en el fuego, si no fuera por lo que yo sé, se hubiera quemado todo. Mi padre me explicó que las cosas que se queman son inflamables; por eso, cuando yo vi que la cocina ardía, le eché un Antalgin.

El error

Oigo un grito terrible de mi hija. Corro hasta su habitación y la veo sobre la cama, señalando aterrorizada un extraño insecto que se arrastra por su alfombra. Sin pensarlo, lo aplasto con mis mocasines de verano. Me siento junto a ella, la acaricio y observo que el animal aún mueve una pata. Me agacho, lo miro de cerca y percibo un murmullo agónico: “¡Helfen! ¡helfen!”. Entonces entiendo todo. Acabo de matar a Kafka.

Al origen


Salió un día de un lugar cálido y cercano y ahora lucha cada noche por regresar, al menos en parte, a algún barranco acogedor que le resulte vagamente familiar; a alguno de esos despeñaderos que le recuerden los precipicios húmedos de su origen. Las noches en que no logra su objetivo, opta entre reencontrarse con otras cinco partes de sí mismo o cruzar la frontera, pagar el canon y recorrer con los ojos cerrados alguna de esas gargantas sin nombre que surgen en pleno corazón de las ciudades.

Vaho

Primero un calzoncillo, luego dos calcetines. Me enfundo el pantalón y detrás viene la camiseta. En el armario busco un jersey y en el respaldo de la silla de la cocina encuentro mi cazadora de pana. Si no llego a tropezar con las botas de camino a la puerta, habría salido descalzo. En los días de frío, como éste, también cojo los guantes, la bufanda y un gorro de lana azul. La luz de la mañana me molesta y siempre me coloco unas gafas de sol enormes que alguien dijo que eran modernas. Mientras paseo por la calles y me cruzo con otros seres cubiertos, reparo en que sólo el vaho da fe de que aquí debajo existe un cuerpo.

Supervivientes

Después del terremoto, los supervivientes salieron a las calles cubiertos de polvo y sangre seca. Caminaban como espectros por las calles rajadas, entre edificios torcidos, jirones de casas y restos de normalidad. Un niño arrastraba un peluche ileso, con el rostro lleno de polvo de cemento fraguado con lágrimas y mocos. Una mujer lloraba arrastrando una chola roja, tres rulos y una clavícula rota. Dos hombres sin zapatos, abrazados como amigos borrachos, avanzaban separados por la línea blanca y quebrada de la calle, sin mirar al chico que, atrapado bajo tres planchas de hormigón, pedía sin fe ayuda con su única extremidad sana. Nadie reparaba en los demás. Todos avanzaban con un rumbo fijo. Buscaban una tele para ver qué había pasado.

El sobre

El sobre era marrón, como los de las radiografías, pero mucho más pequeño. Se notaba que lo habían llenado a conciencia porque estaba precariamente cerrado, presionado desde dentro como la barriga de una embarazada. Debía medir unos veinte por diez centímetros, con la altura de “Cien años de soledad”, aunque en aquel momento parecía enorme. Más grande que la mesa. Mayor que la habitación. Lo miré durante varios minutos, con el pulso acelerado y la respiración presente. Sopesando, dudando y temiendo: ¿Pero qué quieren comprar, si yo no vendo nada?